miércoles, 17 de enero de 2018

La única casa para un genocida es la cárcel

El mar devuelve todo lo que no es suyo. No sólo devolvió a las víctimas de los vuelos de la muerte de la última dictadura Cívico Militar para que pudieran ser reconocidxs después de tres décadas, sino también la lucha colectiva de las madres Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce. 
En tiempos de penurias y genocidas en las calles, el pueblo de la costa se reveló contra la decisión de la justicia de dejar a Norberto Atilio Bianco, apropiador de bebés del centro clandestino de detención de Campo de Mayo, vacacionar en las costas de Mar de Ajo. 
En una intensa vigilia de lucha colectiva, la costa se promulgó: “La única casa para un genocida es la cárcel”. Que el mar devuelva a todos los genocidas a la cárcel. 

* Fotos y texto de Ayelén Rodriguez













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