Desde que nacemos estamos inmersxs en el sistema patriarcal, que como tal nos atraviesa desde diferentes aspectos siendo el cultural uno de los más influyentes y naturalizados.
Los mandatos y roles que se nos asignan (tanto a mujeres como varones, ignorando otras identidades autopercibidas), por un lado ponen límites a nuestra forma de habitar el mundo y por otro habilita ciertas acciones que les son funcional al heteropatriarcado capitalista.
La cultura heteropatriarcal se manifiesta de diversas maneras, creando argumentos para justificar su accionar que la sociedad reproduce sin problematizar. Es por ello que si una mujer sale a la calle con una minifalda y una remera escotada está pidiendo a gritos que se la acose, que está bien que se nos violente durante un parto o si caemos a urgencias por un aborto mal practicado porque si “nos gustó hacerlo” nos la tenemos que bancar; está bien que nuestras parejas nos revisen el celular y controlen porque los celos demuestran cuanto nos aman como así que suframos todo tipo de violencias porque “algo hicimos” para merecernos eso.
Las mujeres “habilitamos” a que otros tengan poder sobre nosotras, sobre nuestras vidas, acciones y cuerpos. Y eso no es todo, sino que sumamos a las vejaciones que sufrimos la responsabilidad, la culpa y la vergüenza… Hasta que rompemos el silencio, hasta que nos animamos a enfrentar al patriarcado y hacemos escuchar nuestra voz. Esto hicieron Mailén y Rocio cuando grabaron y viralizaron sus testimonios sobre las violaciones y maltratos que sufrieron por José Miguel del Pópolo, cantante y líder de la banda La Ola que quería ser Chau.
A partir de esto, muchos otros testimonios comenzaron a reproducirse, muchos otros personajes del rock empezaron a ser señalados y puestos bajo la lupa. Muchxs dejaron de mirar para otro lado… porque los dueños de los nombres de los acusados o de aquellos que desvalorizaban los testimonios de las pibas sonaban en la radio y aparecían en la tele. Se movió el avispero…
El rock y los rockeritos están siendo cuestionados. Y ahí aparece la cultura del rock, naturalizada hasta la médula. Existe un imaginario colectivo en relación a las grupies y los rock star que justifica que se objetivice a las mujeres cuando las suben a un escenario para mover el culo, que muchas canciones denigren a las mujeres o sean misóginas-homolesbotransfobicas; que si el ídolo de una piba abusa de ella es su culpa por esperarlo fuera del reci o ir a los camarines, entre tantas cosas.
Pero esto pasa en el rock como así en los ámbitos de otros géneros musicales, porque la música no es la culpable (si bien tiene responsabilidad desde los ideales que se reproducen desde las acciones y lo discursivo) sino que estos hijos sanos del patriarcado responden a la cultura heteropatriarcal capitalista que los habilita a ejercer un poder sobre otrxs. La desigualdad que existe entre quien está arriba de un escenario y lxs que están bajo el mismo es más palpable bajo las luces. Pero esa desigualdad y abuso de poder es la que los machirulos ejercen en las casas, en los espacios laborales, en el espacio público diariamente. Los desconocidos golpean, acosan, abusan, violan a las desconocidas que se invisibilizan, culpabilizan y juzgan desde la naturalización de la cultura machista y patriarcal.
Celebramos que las pibas se animaran a hablar, cosa difícil todavía. Que se siga señalando, escrachando, visibilizando a estos hijos sanos del patriarcado. Y esperamos que se rompan las barreras del rock y podamos entre todxs dejar de mirar para otro lado, que dejemos de ser cómplices y denunciemos en todos los ámbitos por los que transitamos.
Ante la violencia machista y patriarcal… ESCRACHE FEMINISTA!
No estamos solas… JUNTAS SOMOS PODEROSAS!
Ya no nos callamos!
No es el rock… ES EL PATRIARCADO!
Arte al Ataque
Cultura FPDS - Corriente Nacional
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