El 12 de Octubre de 1492 representó un quiebre en la historia de estas tierras, en su cultura, costumbres, en la naturaleza, en las personas y en el cotidiano. Con la llegada de las famosas tres carabelas, América Latina se vio inmersa bajo lógicas coloniales que nos eran completamente ajenas, donde un discurso de “salvación, progreso y modernización”, escondía lo que realmente se quería perpetuar en el “nuevo mundo”: la dominación y explotación.
Pero lo cierto es que aquello que desembarcó en nuestras costas fue mucho más que españoles armados con espadas y biblias. Desde ese instante, Latinoamérica comenzó a infectarse con un germen que está presente aún después de más de 500 años: el capitalismo.
Las colonias instauradas en América Latina no solo generaron una dependencia económica sino que forjaron las condiciones políticas, culturales e ideológicas que permitieron la entrada de este sistema al continente y las que posibilitan que permanezca hasta estos días.
En poco más de 500 años, las lógicas de dominación colonial fueron mutando y el poder que devino de ellas fue cambiando de manos. El capitalismo y su cultura de consumo, se naturalizaron con la ayuda de sistemas de gobiernos que les eran funcionales. Las relaciones sociales, los cuerpos, la tierra, el trabajo, las cosmovisiones, la ideología, el poder, las creencias, se vieron afectados y modificados luego de aquel acontecimiento de 1492.
Porque descolonizar es combatir contra el capitalismo, la explotación, la violación de los derechos humanos, el ultraje a la Pachamama, el patriarcado y la colonización de los cuerpos.
Porque descolonizar es construir poder y cultura popular, luchar por soberanía territorial y alimenticia. Descolonizar, es deconstruir nuestras prácticas cotidianas en post de una liberación y la emancipación de los pueblos.
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